jueves, 20 de abril de 2017

La tortura de la minifalda


Tengo una adicción que confesar, soy debil, muy debil cuando una chica que me gusta o con la cual estoy saliendo, utiliza minifalda como parte de su atuendo casual.

Las minifaldas son sexy, son una poderosa arma que una chica puede aplicar con los hombres y principalmente conmigo, y es una parte fundamental de toda relación con la chica que te guste.


Las piernas de tu chica son una parte muy importante en su físico, que te permiten delirar y hacer volar tu imaginación, te dan ese toque de estímulo que necesitan tus sentidos para tratar de imaginar un poco más y por supuesto es una área muy sexy en una mujer.

Pero no solo es el hecho de usar una minifalda, es tambien saber utilizarla. Me explico, una chica puede usar una mini, pero no ser sexy ni provocativa, puede ser conservadora. En cambio, si una mujer con estilo, utiliza esta prenda y además sabe sentarse y hacer el movimiento de cruzar las piernas de forma sexy, de mirarte a los ojos mientras lo hace, provocarte que tengas que verle las piernas y saber que tiene el control sobre ti, eso es un arte, que no todas las chicas lo tienen.

Ir a un bar, estar en una cena, o en fiesta de amigos, y de repente ver a una chica elegante, en minifalda, y que camina para que puedas verla y apreciarla por completo es una gran sensación. Saber que de repente una chica se mueva con el objetivo que la notes, con el objetivo que tengas que voltear para verle las piernas y ver cómo la minifalda te permite captar toda tu atención.

Y en base a todo lo anterior, me declaro un ser humano débil con las minifaldas, para muestra un botón. Hace unos años, mi pareja utilizaba de vez en cuando una minifalda negra, de cuadros grises y se veía espectacular. Si esa prenda de vestir hablara, diria que no le quitaba los ojos de encima. En ocasiones salíamos a bailar y se la ponía, era para mi muy excitante bailar, rosarla con las llemas de mis dedos, con música electrónica y ella moviéndose provocativamente al ritmo de la música.

Aún recuerdo ir tocando la pierna de mi pareja en el carro cuando salíamos de la disco y nos encaminabamos a casa, sentir la piel, tocar poco a poco debajo de la minifalda, ella excitándose con cada caricia hasta llegar al cielo y tocar su ropa interior con mis dedos y sentir húmedo su sexo. Esa sensación de emoción al máximo, de saber que puedes tocarla, de saber que se puso la minifalda para provocarte, para excitarte y saber que ese era su objetivo, realmente me hacía disfrutar cada momento.

Lo que sucede despues del momento en el vehículo era de esperarse, sexo bestial en la cama, pero lo que pasaba horas, minutos, e instantes antes del coito, era especial, la desesperación por tocarle las piernas, la emoción de saber que ella provocaba una rápida erección en mi con su falda, era genial, era estar en el paraíso.

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